En 1931 un ingeniero italiano observaba en su pueblo cómo las mujeres, entre ellas su madre, lavaban la ropa. El sistema que usaban para hacerlo le inspiró para crear uno de los diseños más famosos e icónicos de la historia de la humanidad: la cafetera Moka Express, más conocida como la «italiana»…

Estas mujeres hacían la colada en su pueblo natal, en el Piamonte, usando un caldero de agua donde hacían hervir agua. El agua hirviendo ascendía por un tubo y volvía a descender sobre la colada, donde era mezclada con jabón para lavar la ropa.
A principios del siglo XX ya existían en Italia cafeteras que obtenían el café bajo la presión del vapor, pero se trataba de enormes dispositivos industriales, que tenían que se manejadas siempre por operarios expertos. Algunas tenían forma de locomotora de tren, por eso comenzó a llamarse «café express». Estas máquinas eran voluminosas, muy caras, complejas, fabricadas en latón y estaban presentes tan solo en algunas cafeterías, lo que limitaba su alcance a una pequeña parte de la población.

Pero veamos antes el intento de llegar al mercado hogareño con la Cafetera Napoletana, una cafetera por goteo inventada supuestamente por un francés llamado Morize en 1819. Cuando el agua hervía, girabas la cafetera para ponerla como ves en la foto y el agua goteaba a través de un filtro central con café molido. Abajo una imagen de esta cafetera.

Pero si querías tomar buen café espresso —y los italianos está claro que saben de café— tenías que salir a la calle, a una cafetería. Te encontrabas con esto: una gran máquina de latón, solo manejada por expertos por su complejo funcionamiento, pero que ni por cerca estaba de ser muy hogareña. Justamente el nombre de Espresso viene del término Expreso o máquina a vapor rápida.

Alfonso Bialetti, observando que podía llegar a una gran masa de mercado con una máquina de café hogareña, recordó su lugar de orígen y convirtió aquel sistema de lavado que había visto en su pueblo en un artefacto que permitía disfrutar en casa del mejor café espresso y presentó en 1933 el diseño definitivo, fabricado en aluminio. Bialetti usó este metal porque no tenía las restricciones de la época que sí tenía el acero, aunque él decía que su elección hacía su café más sabroso. Parece ser que el secreto es que el aluminio disipa mejor el calor que el acero inoxidable por lo cual, cuando el café llega a la parte superior, no continúa calentándose y haciéndose, consiguiendo así el auténtico sabor del café hecho en casa.

Mientras la Napoletana funcionaba por efecto de la gravedad, la de Bialetti hace que la presión del vapor fuerce al agua a filtrarse hacia arriba a través del filtro con café molido, para depositarse en la cazoleta superior. Podemos ver abajo el funcionamiento de la cafetera Moka, con una visión de rayos X.

Tres piezas, fáciles de limpiar. Dos simples acciones. Un buen café recién hecho y sin quitarte las pantuflas. ¿Qué más se podía pedir? La «macchinetta» de Bialetti hizo que el café se convirtiera en un asunto doméstico. Llevó las cafeterías a los hogares italianos.

Inicialmente, a poco de comenzar la fabricación, se concluyó que la distribución de su invento era muy local y hasta 1938 solo se vendieron 701.000 unidades fabricadas en un taller artesanal. Alfonso Bialetti no era un gran vendedor, pero su hijo Renato sí.

Cuando éste regresó a casa en 1945 desde Alemania, donde había estado retenido en un campo de concentración nazi, puso en marcha un sistema de comercialización, publicidad y producción que llevó a la marca a vender 1000 unidades diarias.

Para estar en la mente de vendedores y compradores, Bialetti necesitaba una identidad de marca potente y auténtica. Y es en 1953 donde entra Paul Campani a echarle un mano. Nace la historia del «L’omino con i baffi». En 1953, Renato pide al dibujante Campani que diseñe un símbolo que represente Bialetti. Y éste no podría haber cumplido mejor el encargo.

El resultado fue el «hombrecito del bigote», que es, en realidad, una caricatura del mismo Renato Bialetti. Era casi un arquetipo, una figura que inspira simpatía y amabilidad, porque podía ser un padre, abuelo o patriarca italiano.

Con el hombre del bigote en el imaginario italiano, la identidad de la marca Bialetti estaba lista. Y con el gran talento comercial de Renato, el negocio se dispara. Se anuncia en carteles, periódicos, radios, revistas.

Años después, la Moka Express se vende por todo el mundo, unas 330 millones de cafeteras hasta hoy. Se ha convertido en icono de diseño de los mejores museos. Lo mejor: es una pieza de diseño que seguramente cualquiera tiene en su casa.

Tras décadas de éxito, Renato Bialetti muere en 2016. ¿Y cómo decide irse el «re della caffettiera»? Pues con sus cenizas bendecidas por un cura, dentro de una Moka Express gigante.

La máquina de café Moka Express llegó en poco tiempo al 90% de los hogares italianos.
Bialetti es uno de los diseñadores italianos más respetados y su icónico invento está expuesto en el MoMa The Museum of Modern Art de Nueva York y en el Triennale Milano de Milán.

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